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Globos

Organizaciones ambientales buscan frenar la suelta habitual de globos

Organizaciones ambientales buscan frenar una práctica cada vez más habitual que provoca graves impactos en el ambiente natural: la suelta de globos. En su lugar proponen acciones con menor riesgo para la fauna autóctona y coherentes con la protección de la naturaleza.

Este tipo de eventos está asociado a causas nobles o de bien común: celebraciones patrias, conmemoraciones de personas fallecidas, concientización sobre enfermedades, festejos, actos políticos, entre otros motivos. Sin embargo se desconocen  los efectos e impacto sobre la fauna y el ambiente general.

Un globo con helio, en determinadas condiciones meteorológicas puede llegar a ascender hasta 10 km de altura, desplazarse durante 24 horas, y recorrer hasta 3000 km de distancia. Por lo tanto, los globos tienen un radio de dispersión muy amplio que hace impredecible su destino final. Considerando que cerca del 70% de la superficie del planeta está cubierta por agua, la probabilidad de que los globos terminen en cuerpos de agua como lagunas, lagos, ríos o en el mar es muy alta, aunque se suelten en una ciudad. Por la misma razón pueden cruzar sin problemas los límites de municipios, provincias e incluso llegar a un país limítrofe.

En definitiva, el fugaz momento de regocijo visual generado por una suelta de globos, trae aparejado un aporte a la acumulación de residuos, que pueden ser una molestia para otros ciudadanos o una patología para un animal silvestre.

Impacto y riesgo en la fauna autóctona

Los animales marinos, incluyendo peces, reptiles, aves y mamíferos, son especialmente sensibles a esta problemática. Un caso emblemático es el de las tortugas marinas, un grupo de animales del que todos sus representantes se encuentran bajo algún grado de riesgo de extinción, y en donde el problema de la basura generada por, entre otros factores, los globos, ha sido debidamente estudiada y documentada por distintos centros de conservación.

Las tortugas confunden fácilmente los globos desinflados con las medusas, peces y algas que forman parte de su dieta. El plástico alojado en el tracto digestivo de una tortuga puede terminar provocando una obstrucción intestinal, que lesiona la mucosa y altera su normal funcionalidad, dificultando el flote: un intestino lleno de gas, sin posibilidad de evacuarse regularmente, se convierte en un “chaleco salvavidas” que imposibilita a las tortugas poder sumergirse para desplazarse, huir de sus predadores y alimentarse normalmente. Esto las debilita y las lleva finalmente a la muerte tras una lenta agonía.

El plástico en el interior de una tortuga puede también afectar su migración hacia aguas más cálidas, sin poder escapar a tiempo de las bajas temperaturas invernales, provocando un cuadro mortal de hipotermia. Por otra parte, cuando la cantidad de basura que hay en el intestino de la tortuga sobrepasa en volumen al alimento, se les dificulta ganar nutrientes, lo que interfiere con su crecimiento corporal y reproducción, afectando seriamente la conservación de estos animales.
Por otra parte, los globos sueltos casi siempre vuelan acompañados de las tiras o cintas de sujeción, que una vez en tierra o agua, también se llevan la vida de numerosos animales al engancharse en alas, patas o aletas, restringiendo o impidiendo la búsqueda de alimentos y la movilidad y con ello, el escape ante predadores o disturbios.

Promoción de acciones alternativas a la suelta de globos

Procuremos alentar otro tipo de acciones, que en lugar de generar un impacto negativo en el ambiente contribuyan a mejorarlo. Estas incluyen, por ejemplo la plantación de árboles nativos en espacios públicos, o la distribución de semillas.
Hay numerosos antecedentes en el mundo de regulaciones que impiden las sueltas deliberadas de globos de helio como forma de celebración o para crear conciencia y llamar la atención sobre algún tema.

Fuente: https://www.ecoportal.net