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Una sana dosis de escepticismo

¿Escepticismo o conservadurismo?

Por Alvaro Gª de Polavieja

Nos gusta que nos lo den todo hecho, hasta el pensar. Amamos el mínimo esfuerzo, rendimos culto a lo conocido en el altar de lo inmutable. Las cosas son como son, esto es, como siempre han sido, y no deben cambiar.

Umberto Eco diferenciaba entre apocalíticos e integrados. Los primeros abogan por el caos, rechazan lo establecido y buscan siempre una razón que provenga de su propio discurso. Los integrados, por el contrario, son fervientes adoradores del la ley del mínimo esfuerzo. Conocen lo que conocen y no quieren conocer -desconocer- más. Las cosas, así, siempre les han ido bien.

Muchos pensadores han dado vueltas y más vueltas a esta cuestión, en la que ni lo blanco es absolutamente puro ni lo negro absolutamente oscuro. Si miramos la Historia, ésta es deudora tanto de unos como de otros, pero... no ocurre así con la evolución. Parafraseando licenciosamente al gran Clarín podríamos resumirlo así: Pobre de las velas, si las bombillas no fueran bombillas...

¿Escepticismo o aceptación? Este pequeño texto de Carl Sagan, el famoso científico, puede ayudarnos a tomar una decisión.

"El mundo y sus demonios. Sobre el escepticismo"

[Carl Sagan]

"El escepticismo tiene por función ser peligroso. Es un desafío a las instituciones establecidas. Si enseñamos a todo el mundo, incluyendo por ejemplo a los estudiantes de educación secundaria, unos hábitos de pensamiento escéptico, probablemente no limitarán su escepticismo a los ovnis, los anuncios de aspirinas y los profetas. Quizá empezarán a hacer preguntas importantes sobre las instituciones económicas, sociales, políticas o religiosas. Quizá desafiarán las opiniones de los que están en el poder. ¿Dónde estaremos entonces?"