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Seguridad a golpe de ciencia y tecnología

Los avances en identificación hacen de la policía científica una pieza clave

Por Patricia Delgado

Series de televisión como CSI o Bones han puesto de actualidad el trabajo que, día a día, realiza la policía científica, ese departamento compuesto por agentes de bata blanca que, con sus aportaciones, son capaces de resolver intrincados casos a golpe de ciencia y tecnología. Y, aunque es cierto que se incluyen ciertos recursos audiovisuales y se pasan por alto aspectos como los tiempos de espera o la tediosa redacción de informes, la ficción y la realidad no están muy distanciadas en lo que a esta disciplina se refiere.

Inspecciones oculares, identificación de ADN y restos óseos, análisis de huellas dactilares, de balas o de documentos, forman parte de esta actividad policial que en el siglo que lleva desarrollándose en nuestro país ha evolucionado de una forma espectacular.

Miguel Ángel Santano, comisario general de la Policía Científica, explicó recientemente en un encuentro en la UIMP la repercusión de algunos de los últimos desarrollos tecnológicos que aplican en la identificación de personas, los cuales, ya permiten analizar la huella de la mano completa y la parte cubital de la palma o trabajar con huellas dactilares que no estén completas, lo que potencia enormemente la precisión de su actividad.

Este avance tecnológico, junto con el trabajo con muestras de ADN y la formación continua son los vértices sobre los que se apoya el trabajo de la policía científica para mantenerse como una pieza clave en la detección de pruebas y la identificación de criminales. Los números avalan este posicionamiento. Según datos del Ministerio de Interior, en nuestro país, durante 2009, este colectivo profesional esclareció 2.450 hechos, de los cuales 194 fueron agresiones sexuales, 140 homicidios y 13 delitos relacionados con el terrorismo, una muestra del tipo de hechos en los que influye su actividad.